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El director de un crematorio, claramente trastornado, tiene la creencia de que la incineración purifica y alivia el sufrimiento terrenal. Con un poco de ayuda de las autoridades, decide asesinar a aquellos individuos que merecen el descanso eterno.

 

Cual fiera enjaulada esperando su momento para atacar, Karl Kopfringl (Rudolf Hrušínský) lleva una vida burguesa, trabajando como funcionario en un crematorio y ejerciendo de padre de familia y buen esposo, hasta el día en que descubre que tiene sangre alemana y que esto le puede ayudar a ascender en el partido nazi. Del mismo modo que Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant) en El Conformista (1970) de Bernardo Bertolucci, este siniestro personaje, fascinado por el libro de los muertos tibetano —los nazis se apropiaron de la esvástica oriental—, es consumido por su ambición y por su obsesión mórbida con la pureza y la muerte, emprendiendo un viaje sin retorno al inframundo y arrastrando a todos los que le rodean en su espiral de locura; como si con cada muerte arrebatada, consiguiera acercarse, cada vez más, al sagrado Templo de Potala y a su salvación espiritual.

Hipnótico e implacable, rompedor y vanguardista, El incinerador de cadáveres es un brillante y poético retrato sobre la banalidad del Mal y la alienación ideológica. Su director, Juraj Herz, fue un superviviente del campo de concentración de Ravensbrück y uno de los más intrigantes miembros —a su pesar, porque nunca se identificó con la etiqueta— de la Nueva Ola cinematográfica en la Checoslovaquia de los años sesenta. Este bagaje emocional e intelectual del cineasta se nota en cada plano, en cada escena de la película, magníficamente rodada y montada. Mezclando lo macabro, lo absurdo y lo kafkiano —Praga es el escenario ideal—, la cámara disecciona la mente enfermiza y psicótica del protagonista, a través de puntos de vista de ojo de pez y ángulos extraños e imposibles, que remiten al cine experimental y al movimiento Pánico. La misteriosa banda sonora compuesta por Zdeněk Liška es otro acierto indiscutible que confiere a las imágenes una paradójica ligereza. Así que no podemos más que felicitarnos de que esta obra cumbre del cine checo, ganadora en el Festival de Sitges, haya renacido ahora de sus cenizas gracias a su exquisita restauración.

Patricia Clapés-Saga

Crítica cinematográfica y profesional de la industria audiovisual. Cocreadora del podcast Manderley y autora publicada por las editoriales Hermenaute y Notorious Ediciones. 

 

Premios

Sitges 1972 - Mejor película, actor y fotografía
  • Sitges 1972 - Mellor película, actor e fotografía
  • Sitges 1972 - Mellor película, actor e fotografía

Ficha técnica

Título original:
Spalovač mrtvol
Año:
1968
Duración:
100 minutos
Formato:
1.66 : 1 – B/N – mono – DCP 2K
País:
Checoslovaquia
Idiomas:
Checo, hebreo

Ficha artística

Dirección:
Juraj Herz
Guion:
Ladislav Fuks, Juraj Herz
Producción:
Filmové studio Barrandov
Fotografía:
Stanislav Milota
Música:
Zdeněk Liška
Montaje:
Jaromír Janáček
Sonido:
František Černý, Karel Jakl
Elenco:
Rudolf Hrušínský, Vlasta Chramostová, Jana Stehnová, Miloš Vognič, Ilja Prachař, Zora Božinová
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