¡Que viva la república!

Un niño de 12 años se refugia en fantasiosos pensamientos mientras el frente se acerca a su aldea de Moravia, lo que traerá sufrimiento a su entorno.

 

¡Que viva la República! (Ať žije republika, Checoslovaquia, 1965) es un film que construye la mirada de un niño en tiempos de guerra con empatía, compasión y, a la vez, crudeza. Las decisiones en la puesta en escena del cineasta Karel Kachyňa configuran la subjetividad de Vareka, un niño de doce años, quien es constantemente humillado por su propia familia y amigos de su edad en una villa rural de Moravia. Los vecinos de su edad lo llaman “el enano” entre apedreadas y golpes, mientras dentro de su propia familia, el padre ejerce constante violencia ante el silencio materno. Las alternativas frente a ese maltrato están fuera de casa, en un caballo llamado Julina, en el deseo de tener algún perrito, en las charlas con el vecino amigable Cirilo, o en los juegos en el campo gracias a la solidaridad de un soldado ruso desconocido. Aunque también el pequeño Vareka encuentra una fuga a esa dura realidad a través de ensoñaciones o recuerdos, que el cineasta muestra desde diversos flashbacks como forma de la naturaleza abrupta y lúdica de la memoria, que recuerdan al montaje de 8½ de Fellini.

Este largometraje número doce dentro de la filmografía de Kachyna puede insertarse dentro de la historia de los films ambientados en la segunda guerra mundial; sin embargo, es también una obra profunda sobre el deseo de aceptación en un entorno de desprecio estructural, propios de un clima de pobreza, de resquebrajamientos morales y de soledad. Realizada algunos años después que La infancia de Iván, y que plantea un acercamiento a la crudeza de la realidad infantil que recuerda a algún film posterior de Bill Douglas y que antecede a la representación de la impasividad animal en los films de Bresson, ¡Que viva la República! es una potente obra sobre la sensibilidad de un niño que no se siente como tal, y que Kachyňa construye con agencia, determinación y resistencia, pese a su fragilidad en un contexto de fuerte pesimismo.

Mónica Delgado

Crítica de cine. Directora de Desistfilm.